Queda muy rica, y puede ser un plato "de fiesta".
Una coliflor no muy grande (como de un kilo).
Una patata mediana
Dos bricks pequeños de nata para cocinar
Queso rallado tipo cuatro quesos
Sal
Para la fuente:
Una cucharada de mantequilla
Quitar el tronco y las hojas de la coliflor e ir cortando las "flores", de una en una, dejando un poquito de tallo. Si las "flores" son muy grandes, cortarlas a la mitad. Llenar un recipiente con agua fría y echar en él la coliflor. Dejarla al menos una hora (es para que pierda algún posible bichito).
Lavarla bien bajo el grifo, e irla echando a una cazuela alta. Cubrirla con agua. Pelar y cortar la patata en dados no muy grandes, y añadirla. Echar la sal (al gusto, una cucharadita de las de café, es suficiente). Ponerla a cocer, destapada. Tarda como unos quince minutos. Pincharla con un tenedor, y comprobar que esté cocida. Va en gustos: hay quien la quiere "al dente", y a quien le gusta más cocida. Es mejor no pasarse mucho, ya que luego va al horno.
Ponerla en un escurridor para que pierda todo el agua.
Embadurnar con la mantequilla una fuente de horno y echar la coliflor y la patata. Verter sobre ella los dos bricks de nata, moviendo bien la fuente para que cubra todo, y sobre ello, el queso rallado.
Como está caliente, bastará meterla al horno en la posición de gratinar, sin perderla de vista, y retirar cuando el queso esté doradito.
Si cocináis de un día para otro, no echéis la nata. Poned un papel film por encima y guardar en la nevera en cuanto esté fría. Al día siguiente, añadid la nata y el queso rallado, pero debéis poner el horno a precalentar, a 180º, y meterla unos quince minutos, luego ya, gratinar.
VARIANTES:
Si tenéis pimientos del piquillo, podéis añadir unos cuantos, troceados, y remover bien la mezcla antes de añadir la nata.
También pueden añadirse otras verduras cocidas: judías verdes, zanahorias...
¡Buen provecho!
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